domingo, 12 de octubre de 2008

A perpetuidad


El 12 de Octubre es una fecha más en el calendario de los feriados nacionales. Con pocas excepciones, pasa desapercibida bajo el pensamiento de que es un día menos de rutina, un día menos de esfuerzo. Se acepta como un bache en las clases, el trabajo o las actividades, y no parece merecer ninguna reflexión particular. Es un día de descanso negociado, que hasta ocupa la agenda del Congreso; es un tema obligado de las actividades temáticas de la educación general básica.

No es extraño, en el marco de un país donde los días festivos se celebran en las fechas de ciertas muertes. Tampoco parece extraño que esta fecha nos haya llevado a una costumbre ciega, que como lo oficial, aceptamos sin pensar demasiado. Es menos insólito todavía que hayamos aceptado como “Día de la Raza” al 12 de Octubre, aún en la vigencia de la igualdad ante la vida, y de la igualdad como personas ante la ley.

Lo que se sabe del 12 de Octubre es que se conmemora el encuentro entre dos culturas. Se aplaude que América recibió un gran legado cultural, que recibió el avance de la civilización; se concede que Europa pudo haberse nutrido del arte, del ingenio nativo. Se festeja el intercambio, la fusión, el contacto entre dos mundos. Se celebra la unión entre los dos pueblos. América saluda a los recién llegados: América baila de alegría recordando el principio de aquel fin.

Lo que no se sabe bien es que el “Día de la Raza” fue decretado en Argentina por Hipólito Yrigoyen en 1917, tras buscar una festividad que uniera a España y Latinoamérica. Fue un movimiento diplomático en la política de gestos que imperaba. No tuvo mayor trasfondo que aquel objetivo, para el cual se omitió la historia, se olvidó el dolor de los siglos, y se dejaron abiertas las venas de este suelo. Pero la fiesta declarada ni siquiera es entre representantes de ambos mundos: es unilateral, unidireccional, sin dar participación a los verdaderos actores. Nadie invitó a las colectividades, de los que quedaron, a unirse a semejantes festejos.

El 11 de octubre, los indígenas conmemoran el último día de su libertad. El 12, nosotros festejamos el principio de una ejecución en masa.

¿De qué lado de la balanza, entonces, quedó la civilización?

2 comentarios:

Sebastián Zaiper Barrasa dijo...

Brillante ensayo.

No esperaba menos de usted

Adriana dijo...

Excelente Jules, para publicarlo en un diario.
Te dejo un beso.:)