domingo, 28 de diciembre de 2008

Terciopelo

A ella le gustaba que la voz de Jim Morrison pudiera pasar por la cortina de agua. A cada movimiento de su lengua, la humedad hervía y se hacía un beso, tres, miles de labios ácidos sobre su cuerpo. Bajo su cadencia las gotas caían volviéndose sudor y confundiéndose con yemas, que entraban sin aviso en todos los rincones y alcanzaban todos sus fondos. Siempre era de espaldas: no necesitaba la oscuridad para sentirlo. Los silencios de él sólo significaban la boca mordiendo su espalda, o sus dientes arañando la nuca. Entre frase y frase, contra su oído, podía oírlo jadear.

Esa noche, ella bailaba como si fuera el fin. Con los ojos cerrados, con la cabeza hacia atrás.

- Hablame – dijo.

Él apoyó la boca en su oído...

3 comentarios:

ade dijo...

- Que bueno Jules!!!!!

Nelais dijo...

El corte perfecto..

perfectamente estremecida quedo de imaginarme: una ducha, el lóbulo de una oreja, una boca próxima..

Efecto Jules!!

Nanu dijo...

Y al final ese cote ah[i lo dej[o perfecto!

justo al borde, cuando todo est[a a punto de empezar.


besotes Jules