miércoles, 11 de agosto de 2010

Café sobre el insomnio


Un hombre y su reflejo toman de la misma taza gemela el mismo café amargo., a pesar del kilo de azúcar. Dos gargantas imaginan un ruido mientras dos fuegos recorren el interior de un laberinto en el que dejarán de existir, o que terminarán de echar abajo. Una imagen de soledad matizada por la voluntad se forma en aquellos ojos y se enreda en ese aroma que se lo lleva todo por delante, aroma que no son capaces de apreciar. Tiempo hace que el olfato se ha contado entre las pérdidas de una sensibilidad demasiado alejada de lo físico. El mismo tiempo, o casi, que les tomó reconocerse el uno al otro como iguales a través de la ceguera. Y eso fue mucho después que descubrieran que el espejo estaba partido y astillado en mil.