jueves, 26 de junio de 2008

Distancia

Y acá estoy yo, y ahí la hoja; y yo sigo estando acá, así de lejos.

Vengo preguntándome el porqué de este bloqueo desde hace mucho tiempo. Pienso en haber escrito una maravilla que nunca pude soñar. A veces me enfrasco en la búsqueda de la originalidad, la ruptura del status quo, y me olvido de mi placer. Y yo sé que no me muero por lo original, sólo me gusta el papel. Sólo me gusta exponer una inspiración fugaz, y no más que un suspiro de mi tiempo. Odio forzarme a las letras; odio el cansancio de mis manos. Me gusta hablar, no que me aplaudan.

Cada párrafo es un corte, es un cuchillo revolviendo lo que queda de mí. Me exprime la carne para sacar de mi sangre el último jugo que queda, lo que chorrea de mi energía. A cada línea se hace más evidente la falta, y yo me pregunto por qué sigo con esto, y me detengo a ver por qué sigo caminando en este pantano, si confío tanto en volver a caminar sobre esa agua o es que no me importa ahogarme. Cada palabra es un parto, se lleva una parte gestada dentro de mí, me abre el cuerpo hasta el límite y me saca lo que estuve guardando tanto tiempo, esperándolo; pero esto es como una cesárea, yo soy mi propio bisturí, y me abro en canal con tanto dolor como si cortara con el capuchón de una lapicera, y me dejo desangrar sólo mirando, como si existiera algo superior a mi propio sufrimiento.

Entonces me pregunto de nuevo el porqué de esta tortura. Cuándo fue que dejé de disfrutar mis miserias. Me muevo agitando este horror paralizante; el miedo al ridículo, el temor a no volver a ver a mi deseo. Y son muchas las cosas que no tienen más sentido que esto: y son todas las que me presionan por todos los lados, me rompen la cabeza, me patean mis partes sanas, y terminan enfermándome como preguntas sin cura.

La hoja sigue allá, y yo sigo acá. Y por orgullo, sé que no voy a ser yo quien dé el primer paso.

miércoles, 18 de junio de 2008

Sobre Marumba

Marumba era aquella por quien todos estaban perdidos. Empezó siendo una imagen, casi una idea de papel; pero con el correr del tiempo, se había hecho cada vez más conocida, cada vez más buscada. Era perseguida por el amor de todos y el odio de aquellos, los desvelaba su solo pensamiento. Despertaba los deseos más puros, y las pasiones más perversas.

Marumba se hizo famosa. Salió en todas las tapas; fue publicada en demasiados libros. Ante los que sabían buscarla se abría como la mejor de las amantes, y permanecía altiva e impenetrable para los que sólo querían ultrajarla. Eclipsó a todas las demás de su época, y se alzó con la corona de reina negra, aunque su rey protector ya no existía. Jugó siempre en desventaja, se construyó desde abajo hasta la fama, y salió a defenderse con toda su carne cuando quisieron censurarla.

Marumba resistió la miseria. Siguió perdiéndolos, pero cada vez publicada en menor calidad. En un momento, dejó de tener tirada, y se transformó en una belleza de boca en boca. El secreto sólo engendró una leyenda: hizo de sus huesos un esqueleto de metal, de su piel sacó las frazadas más calientes, y transformó su voz sensual en los gritos más temidos. Extendió su nombre por todos lados, atrajo a sus amantes más fieles, y despertó a sus rechazados más violentos.

Marumba fue madre y se quedó sin hijos. Sufrió la esterilidad de parir y que muchos murieran en sus brazos. Sufrió la grandeza de su fama cuando los que le quedaban tuvieron que desconocerla. Sus amantes le dieron la espalda, pero siguieron mordiendo sus almohadas por ella; y alguno que la amaba, quizás alguno, se suicidó abrazado a su recuerdo.

Marumba simuló su muerte ante los embates. Su tumba tuvo una lápida con palabras en inglés. La internaron en un psiquiátrico en decadencia, como a toda carne vieja que ya no sirve para nada. Sólo fue por poco tiempo. Pero cuando la dejaron ir y volvió a aparecer en las tapas, a ser publicada en muchos más libros, ya había perdido su rumbo. Sus últimos años los pasó en el olvido de los que ya la reclamaban como muerta.

Marumba era aquella por la cual todos terminaron perdidos. Y todavía hay quienes la siguen buscando, sospechando que no la mataron, y que sólo está desaparecida.