jueves, 22 de mayo de 2008

Elementos

Martillo, verdugo de los dedos,
roza con su cabeza de piedra
la cabeza del alfiler de metal;
lo dobla y somete
como el aliento del aire
hace con la luz de la vela,
que intensa como una estrella
la acerca a su final.

Tornillo, y toda su vida girando
como un dado que no encuentra su cara;
de plata como un romance de luna
atraviesa las paredes y agarra,
como diente en una mordida,
los huesos de madera de casa.

Cuchillo, la idea más fría,
y el invitado que nunca falta
a la fiesta de la mesa,
siempre a la vuelta del plato.
Es agujero en potencia
y sutil pista para el ojo,
que no ve el corazón roto,
pero huele las formas de la muerte.

Baúl, y su sabor a viejo;
su olor al agua de mar
y a los médanos de arena,
por los cuáles fue arrastrado un día
cargado por manos sin guantes.
Pasajero de quinta clase
de un viaje eterno sin cama,
se agarró de estas tierras tan nuevas
como una maceta sin raíces
que sigue a su árbol.

Ojos, suenan como campanas
y calientan como soles
en la alegría del ser;
y crepitan como fogones
en la cercanía a morir.
Ventanas abiertas a otros
cuando los labios no son
más que puertas bloqueadas;
tazas donde tomar tu cariño
y ollas donde hervir tu rencor.

lunes, 12 de mayo de 2008

El crimen de J.A. [versión II]

SOBRE LOS DICHOS DEL EMPRESARIO J. A. RAVENNA

A ver, señores. Me están jodiendo, ¿no? Un tipo aparece muerto en “circunstancias confusas” metido en su oficina, y me citan a declarar. Me pregunto cómo se les ocurrió semejante cosa. ¿Hay alguna de las circunstancias “confusas” que me apunte? ¿Cuál es el motivo por el que estoy involucrado en todo esto? No. No tenía una relación con el tipo este. ¿Araujo, era? No, ninguna relación con Araujo. ¿Por qué iba a tenerla? Sabía que era el presidente de esa empresa, pero nunca hablé con él directamente. El rubro de su empresa no tiene nada que ver con mis negocios. Me dedico a oportunidades financieras, no a invertir en estupideces. Verán también, como les surgirá de sus investigaciones (por Dios, no pueden ser más estúpidos), que ni los negocios ni la empresa de Araujo me influyen en lo más mínimo, ni para bien ni para mal. Les digo esto, por si todavía se les ocurre considerar, que me convenía que “desapareciera del mapa financiero”.¿Qué por qué se me ocurre eso? ¡Vamos! Aparece muerto un empresario, y están citando a declarar a otro empresario. Dos más dos, señores. O creen que yo me cogía a la mina del tipo, o creen que me convenía que se borrara del mapa. Ninguna de las dos cosas: su existencia no me afectaba, ni tampoco conozco a su mina, ni a su amante, ni a su secretaria, ni a la empleada de limpieza. Y el tema de los celos y la histeria no son lo mío, como pasa con las mujeres. ¿Por qué no las citan? ¿Prefieren primero una declaración sin histerias en el medio, o quejas de maltratos o de abandono, o alguien que no ande llorando o lamentándose por lo que pasó? No, no lo lamento. Como les digo, no tenía relación con el tipo, saber que está muerto no me hace sentir nada en particular. Pobre tipo, pero nada más. ¿Cómo decían que había muerto? ¿De un paro? ¿Y piensan que fue un homicidio? Deberían primero probarlo y después molestar a la gente. Seguramente hay muchos para que los citen y les hagan perder el tiempo como a mí. Y es verdad que voy a perder más tiempo si no les digo lo que quieren escuchar. ¿Qué estaba haciendo esa noche? En la noche de esa fecha que me dijeron, yo en una orgía. Tendría muchos testigos muy dispuestos a comprobar… Ah, no, eso fue el día anterior. Esa noche estaba trabajando en mi despacho, en la misma dirección y lugar a donde me fueron a buscar sus colegas. Estaba solo. El único en el edificio era el guardia de seguridad, del horario nocturno, que me vio salir. Me fui alrededor de las dos de la mañana. No pasé ni por casualidad por ese edificio donde me indicaron al principio que estaba el muerto. No queda en el camino a mi casa, pueden chequearlo. Y no me hubiera dado tiempo, ya que llegué a mi casa sobre las dos y veinte, cuando usualmente tengo media hora de viaje. Y no. No tenía relación con Araujo. No me cogía a la mina. No me afecta que haya desaparecido de los negocios. No soy su socio como para que eso me pueda beneficiar, ni beneficiario de ningún seguro de vida, y mucho menos soy un heredero. ¿Me ven cara de heredero? No, me ven cara de pelotudo. Miren. Ya les dije todo lo que tenía para decir. Tengo unas reuniones a las que no puedo faltar, porque ahí sí, si esas desaparecen o se arruinan, voy a tener problemas. Señores, a su disposición, y que tengan un buen día.